«Han pasado más de seis meses desde que “Parada Biológica” cayó en mis manos, primero leí su buen prólogo y algunos de sus primeros capítulos…pero algo me impedía leerlo y saborearlo…el libro viajaba conmigo y volvía intacto.
La vuelta a recordar ese tiempo de Pandemia, tiempo duro pero enriquecedor, el recuerdo de mi madre (a quien va dedicado) y aprovecho para darte las gracias por ser más que un hijo de ella y describirla con tanto amor y haberle dado tantas satisfacciones.
Ahora sé que mi ritmo no estaba acompasado con el ritmo del libro; para leerlo hay que pararse, hay que hacer un inciso, ponerse en modo de Parada Biológica para poder saborearlo a tope.
Desde los primeros capítulos se confirma la excepcional mirada de un saboreador de las pequeñas cosas, de un pensador capaz de abstraerse viendo las luces y las sombras de un tiempo, de un espacio. Parada Biológica delata la excepcional capacidad de agradecer los regalos más insignificantes que nos da la vida y nos acerca a un generoso y rico interior lleno de matices y colores como tus pinturas.
Gracias Quino!!»

(Lourdes Guerrero Díaz)