El Interior Habitado

¿Es el interior una cueva? No, el interior es un espacio abierto. Es un espacio que tiene algo de fábrica, de fábrica-creación. Es un espacio de creación y de encuentro en donde, a veces, surge lo inesperado. Pero es una sorpresa de algún modo trabajada, que quizás se ilumine cuando rondemos el ambiguo límite del cansancio.

El interior es el taller del pintor y es el paisaje. Son los colores y son las formas. Son las playas y los manchones  de monte bajo en donde se mueve, salvaje, la vida. En él habitan, libres, la memoria y los miedos, los afectos y el futuro, los sueños, los símbolos, la comunicación, el sosiego.

La cuestión es sentirse tentado a dar forma a esas vagas intuiciones y trabajar en ello. Comienza así un camino lento, en el que se va cociendo, sin un plan que de cobijo sino con la fuerza de lo sugerente, algo que tiene que ver, aunque no de forma directa, con esa profundidad externa y huidiza que a menudo llamamos interior.